Ruinas de Bannerman
¿Verdaderamente cuanta mala suerte puede tener un edificio? Abandonado, descuidado y en descomposición, a primera vista, puedes pensar que el castillo de Bannerman se encuentra en Europa, quizás un remanente de la Escocia de la época de los terratenientes o de un lugar abandonado en Irlanda para aristócratas retirados británicos. Sin embargo, el castillo, sentado alegremente en la Isla Pollepel está a sólo 50 kilómetros al norte de la ciudad de Nueva York, en el río Hudson. Su historia es un catálogo largo y extraño de desastres.
Curiosamente, ni siquiera es un castillo. Lo que puedes ver aquí son los restos de un almacén abandonado de excedentes militares. El hecho de que fuese construido al estilo de un castillo, dice mucho de las excentricidades, por no hablar de la riqueza, de su constructor, Francis Bannerman VI. Sin embargo, desde el momento en que se construyó el castillo estaba, como muchos mantienen, condenado.
El que fue diseñado para ser un testimonio y registro de la riqueza y poder de una sola entrevista iba a acontecer a no menos de cuatro desastres. En poco más de un siglo caería en una completa ruina.
La isla, de acuerdo con la tradición nativa americana, está habitada por espíritus hostiles. Es cierto que su historia podría indicar que hay más que simple mala suerte y es inevitable que la imaginación se lance a especular que los espíritus vengativos han causado su decadencia y caída.
Bannerman había llegado a América en 1854. Un inmigrante de Escocia, el cual había incrementado inmensamente su fortuna por la venta de excedentes militares. La guerra española-estadounidense de 1898 fue particularmente buena para Bannerman – se las arregló para adquirir el 90% de los equipos militares españoles abandonados en su retirada precipitada de Cuba.
Sin embargo, sus almacenes en el centro de la ciudad de Nueva York se consideraron como un lugar demasiado peligroso para contener más de treinta millones de cartuchos españoles. De explotar destruirían varias manzanas en un instante. Así comenzó su búsqueda de la tierra sobre la cual podría construir su nuevo depósito.
No pasó mucho tiempo hasta que encontró el destino final para sus excedentes militares. La isla, de seis hectáreas y media de roca y a mil pies de la orilla del Hudson, era perfecta para sus planes. Bannerman compró la isla en 1900 – con el objetivo de construir un arsenal en el que almacenar sus municiones hasta que pudieran ser vendidas (a menudo por correo) tanto a militares como a civiles. Al año siguiente se inició el proyecto – Bannerman diseñó los edificios (incluyendo una pequeña mansión para él y para los huéspedes) y luego permitió a los constructores libertad con la interpretación arquitectónica. Pero ¿por qué este tipo de diseño?
La respuesta era simple – la publicidad. En esta era dorada, los magnates eran famosos y Bannerman enfocó el uso de su castillo como un anuncio enorme, de ladrillo, para su negocio. El castillo era claramente visible desde la orilla y Bannerman mandó a los constructores poner la leyenda – Arsenal de la Isla de Bannerman (Bannerman’s Island Arsenal) – en la pared que daba tanto a la costa como a los barcos navegando.
La muerte de Bannerman en 1918 marcó el principio del fin para su negocio, su castillo y el armamento dentro (por no mencionar la compañera Big House (Casa Grande). La construcción se detuvo y dos años después, varios cientos de libras proyectiles y pólvora explotó – ésto destruyó la mitad del edificio. Se pensó que la explosión había sido causada por un rayo que golpeó las astas de las banderas. Los locales debieron mirarse unos a otros pensando que los espíritus estaban haciendo de las suyas.
Lo peor estaba por venir. En 1950, un barco de carga navegando, el Pollepel, se vio envuelto en una enorme tormenta en el río Hudson. Se estrelló en la isla durante el momento algido de la tormenta, explotando en el impacto. La explosión le causó aún más daños al edificio – y el nefasto barco dio a la isla su nombre moderno (aunque muchos aún la llaman la isla de Bannerman.)
Que dos desastres golpeen el mismo edificio podría ser considerado mala suerte, pero lo peor estaba por venir. Después del desastre de 1950 quedó vacante la casa, y ésta y la isla y fueron finalmente compradas por el estado de Nueva York en 1967.
Dos años después de esto un gran incendio estalló y los techos y los pisos fueron completamente destruidos – el resto del edificio era entonces efectivamente peligroso entrar. A la isla se le colocó la prohibición de entrar – quizás los espíritus habían conseguido lo que buscaban.
No del todo. Aunque es difícil llegar, tanto el castillo como la Casa Grande en ocasiones hacen de anfitriones a pequeños grupos de turistas con cascos de obra. Vándalos e intrusos continúan para asegurar su decadencia, pero fueron años de exposición a los elementos lo que le iba a dar un nuevo golpe. En 2009 alrededor del 40% de la pared frontal y el 50% de la pared este se derrumbó.
El castillo está en estos momentos, obviamente, más allá de una restauración y esa es tal vez la forma en que se debe dejar, convirtiéndose lentamente en polvo. Tal vez es mejor que esté abandonado – devuelto a los espíritus para que recuperen su casa y se queden, finalmente, en paz – un testimonio de la impermanencia y el carácter inexorable de la entropía.
Vídeos de la Isla de Bannerman
Mapa
Suscríbete a la web por correo electrónico
¡Si no te quieres perder nuestras actualizaciones deja que te avisemos por correo electrónico! Introduce tu correo electrónico para suscribirte a este blog y recibir avisos de nuevas entradas.